Probé un vibrador de ondas sónicas para el clítoris y tuve el mayor orgasmo de mi vida

Este juguete erótico hace posible una excitación progresiva que enciende las partes de la vagina que no están a la vista

Cierro los ojos, mi espalda se arquea, los dedos de mis pies se contraen, se me eriza la piel: mi cuerpo por completo va a explotar en uno de esos orgasmos que manchan las sábanas. Tengo la respiración a mil por hora y mi mano derecha estirada sosteniendo ese aparato rosa en mi entrepierna que me está dando un placer inigualable. Me detengo, retraso el momento culmen y siento como mi deseo aumenta, me recreo en el momento. Mi nuevo amante de silicona,  El Sona, me premia con un masaje de ondas sónicas que llega hasta una parte desconocida de mi clítoris, como si tocara un único y exquisito botón. Bajo la velocidad del aparatito y siento cómo se expanden poco a poco mis labios vaginales. Ahora sí. Ahora viene lo bueno.

En mi coño es primavera

El sexo es una de las mejores prácticas que existen excepto para esas personas a las que no les gusta. En general, después de algunos años disfrutando de diferentes tipos de relaciones sexuales —y gracias a la masturbación que nos permite conocernos a fondo—, vamos aprendiendo cuál es el camino, qué nos gusta, qué no, cómo y de qué manera llegar al orgasmo. Parece que no existieran más vías dentro de lo convencional para sentir placer y que, para probar cosas nuevas, tuviéramos que irnos al diferentes tipos de relaciones sexuales. Entonces la tecnología se pone manos a la obra y crea objetos capaces de hacernos vivir sensaciones nuevas. Así, como quien por primera vez se masturba y de repente todo cobra sentido, estoy en mi cama medio desnuda aprendiendo que aún hay orgasmos que no conocía.

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Mientras me estiro de placer sobre mis sábanas voy navegando entre los ocho modos distintos que trae mi juguetito. Cada uno marca un ritmo y un tipo de vibración muy diferentes entre sí: cortos y bruscos, con pausas largas o mantenidos. Todos ellos pueden ralentizarse o aumentarse con unos botones de + y – que hay colocados en el aparato.  Cada uno de esos modos provoca sensaciones muy diferentes y marca un camino diferente para dar con el orgasmo. Al principio hay que insertar el clítoris en el hueco por el que salen las ondas sónicas. Un primer cosquilleo impresionante encenderá las ganas de correrte: piernas, barriga, pechos y culo sienten un espasmo que prepara el cuerpo para el clímax. Al menos así lo he sentido cuando hace unos instante he lubricado mi coño con saliva y he apoyado el aparato sobre el centro de mi placer.

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Pero debo decir que esta no es la primera vez que pruebo un juguete sexual para llegar al orgasmo. El primer aparatito sexual que tuve era un mini vibrador súper discreto que tenía un único modo y era bastante placentero, la verdad. Cuando lo probé por primera vez tardé unos siete minutos en llegar al orgasmo, lo que tenía de bueno es que se adaptaba a todo y que su forma era, además, de consolador, con lo cual también podías metértelo e ir intercambiando el disfrute. Todo bastante básico. En cambio esto es otra cosa: sofisticado, con forma aerodinámica, silencioso y sumergible. Siento que poco a poco voy llegando al clímax y esta vez sé que no podré contenerme.  De repente, mi cuerpo entero se paraliza y vive un orgasmo que dura unos 10 segundos. Siento cómo una especie de almíbar brota de mi interior, en una fantástica celebración de fluidos. Es brutal, pero yo quiero seguir follando.

Preparada para el sexo

En el episodio sobre Orgasmos femeninos de la serie de Netflix En pocas palabras, el neurocientífico Barry Komisaruk explica que “durante un orgasmo el cerebro masculino y femenino reaccionan prácticamente igual, la diferencia más grande ocurre después del clímax. El cerebro masculino experimenta un periodo refractario en el que ya no responde a la estimulación genital. Este no es el caso de las mujeres, el cerebro de ellas sigue siendo receptivo, incluso más receptivo tras el primer orgasmo. Por ello las mujeres pueden tener varios orgasmos seguidos”. Esta es la explicación a muchos momentos vividos en mis relaciones sexuales: después de correrme siempre me apetece seguir. Lo mismo que me ocurre ahora que, por fin, he probado un vibrador de ondas sónicas en mi clítoris. 

Y es que es algo que siento: el orgasmo es bueno para el cerebro, para mí es como cardio para las neuronas. Pero más aún, es como una fiesta para el cuerpo: el clítoris se expande, la vagina se lubrica, los músculos vaginales comienza a moverse, la temperatura corporal sube, se acelera el ritmo cardíaco, los pechos de inflaman y antes de llegar al orgasmo la zona vaginal de llena de sangre. Todo lo exterior está tan sensible que si sigues masturbándote o teniendo sexo es posible alcanzar, como decíamos antes, más orgasmos. La sensación corporal es tan maravillosa que solo de recordarlo me nacen las ganas de volver a tocarme pues toda esa celebración de placer aumenta con el vibrador.

Además, mientras me familiarizo con el aparato estoy sola en casa, mi compañera de piso está trabajando y no me preocupa que, de repente, se abra la puerta y me vea abierta de piernas, medio desnuda y masturbándome. Puedo estar tranquila. Es necesario poder tener el espacio para disfrutar sin límites ni pegas, sobre todo cuando se trata de nuevas sensaciones como las que estoy experimentando. De hecho, este aparato estimula un 75% más del clítoris que cualquier otro vibrador y es por ello que mi clítoris ha tardado un rato en acostumbrarse y en cuadrar la velocidad idónea para correrme. Así que si esa parte de tu vagina es muy sensible este aparato puede llegar a ser incómodo por las vibraciones que genera. 

Precisamente por eso es importante conocer el cuerpo y saber qué y con qué nos estimulamos. Muchas mujeres desconocen qué zonas tocar y de qué manera llegar al orgasmo. Para poder disfrutar de las relaciones sexuales con otras personas es muy necesario profundizar con nosotras mismas, explorarnos, tocarnos y definir qué nos da placer. Hay que correrse más y hay que correrse bien. Y dar con ese momento en el que sientes cómo se expande tu coño como una flor para dar lugar al jugo más hermoso y feliz que tenemos dentro. Espero que algún día lo disfrutes tanto como yo.